miércoles, 19 de agosto de 2015

F.- VALOR O VALORES




Sigue al borde de la buena mesa y la buena copa en el hotelito complutense de la década de los sesenta.

Yo soy el valor o valores
Que me constituyen HIC et NUNC (Aquí y ahora)
Como persona moral.
Tengo un alma superior a todas las determinaciones
Que me da mi verdadera significación
Y de ella procede mi MORALIDAD.
El alma es esencialmente expresiva de valor,
Es el valor mismo, en acto de realización.
A través de las vicisitudes de la existencia
Y sólo con ayuda de su luz puedo
Llegar al sentido de mi propia vida.
El alma me recuerda al sol,
Que aunque no pueda verlo,
Su claridad me revela
La forma del mundo.
En la búsqueda y la realización de lo que debo ser,
Mejor que en la expresión de lo que soy,
En el sentido estático de la palabra,
El valor se me revela como el sentido
De mi vida y de mi ser; se afirma
Como un despliegue del deber ser.
Mi sinceridad consistirá propiamente en sentir
Que coincido con mi elección, y esto no puedo
Sentirlo más que por el amor y el respeto
Que demuestro por el valor escogido.
AMA ET FAC QUOD VIS. Bien o mal,
Dice Agustín, yo soy lo que es mi amor,
Y es en el impulso y en el fervor de este amor,
Donde me reencuentro a mí mismo.
Los fines que persigo y el amor que demuestro
Por el bien que me anuncian,
Son como un espejo
De mi ser profundo:
Desear y amar,
Querer y actuar,
No es simplemente preparar
A la inteligencia a una conquista
Más perfecta del ser, es también,
Gracias a la adhesión vivida
Que damos a lo que es, REALIZAR,
En todos los sentidos de esta palabra:
Nuestro ser personal por la mediación
Con que nos esforzamos en ACTUAR,
ASIR esta cosa singular e inexpresable
Que es mi EXISTIR.
Así el AMOR que es el elemento
Fundamental de la vida afectiva
Es verdaderamente y, al mismo tiempo,
La potencia REALIZADORA
y REVELADORA de mi SER.
Cada vez que pretendo convertirme en espejo de mi mismo,
Y siempre que el refugio interior
Se convierte en una negativa al empeño;
En lugar de ser el fuego interior,
En donde maduren las decisiones
Y en donde se organice la acción.
Yo no puedo conocerme
Más que ACTUANDO,
Y si el ACTUAR procede del AMOR,
El AMOR se me revelará a mí mismo,
Y se FUNDAMENTARÁ, con mi transparencia,
MI SINCERIDAD.
Mi existencia personal no puede
Nunca ser aislada, dejada a parte.
Se me aparece siempre como ligada
Al mundo en el que se realiza mi destino;
Y, separada del mundo, no es más
Que una forma vacía.
Sin embargo, en la unificación realizada en mí,
Por el valor, percibo también la multiplicidad
Confusa de mis potencias y los rasgos
De una libertad generosa, pero quebradiza.
Mi elección está siempre por decidir
Y optar por la LIBERTAD,
“CHOISIR CHOIX”, que decía Kierkegaard.
Tengamos la plena  libertad de acompañarnos
De una copa cogñac con guarnición de unos frutos secos:
Nueces, avellanas, orejones, pasas malagueñas;
Higos de la Sierra de Gredos, castañas gallegas.
Pues el discernir nos será más clarividente.
Que de la libertad el bien precioso
Lo dan la actividad de los talleres del pensar
Y el desentrañar a nuestros filósofos y pensadores;
Así como el seno de la tierra generosa
Debido a la virtud de nuestros labradores
Y no al descuido ni a los vicios,
Ni a  los tumultuosos ardores de los comicios;
Pues es de considerar que la libertad no consiste
En hacer lo que se quiere,
Sino en hacer lo que se debe.
Pues, todos nosotros pensamos que seremos
Más dueños de nosotros mismos en la medida
Que seamos más libres, y, como dicen nuestros maestros,
Después de Dios, seremos con la libertad,
Primera causa de nuestras vidas.
Y que todos lo tengamos claro:
Que si  nos ofrecen la ciencia o el camino de ella,
Escojamos el camino:¿ el bien confeccionado
O el que podamos hacer?
Creo que todos pensamos: ESCOGEMOS EL SEGUNDO.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡SEAMOS SIEMPRE  LIBRES!!!!!!!!!
Zona Complutense de la Década del Sesenta
Evaristo B. Lozano



sábado, 1 de agosto de 2015

E.- LA SINCERIDAD




El ocaso trae el tempo oportuno para estas reflexiones y bocadillos de noche y ascuas, durante las estancias en el hotelito complutense de la Década de los Sesenta.
Sólo de rodillas se puede esperar
Conquistar la sinceridad auténtica,
Y el mejor método readquirirla y conservarla
No es internarnos, por el análisis,
En los inextricables laberintos
De nuestra subjetividad,
Sino ser y obrar bajo la mirada
De Dios, Señor Supremo, Creador.
Yo no puedo creerme sincero,
Conmigo mismo y con los demás,
Sino en la medida en que mi total existir,
Sin reticencias ni duda,
Está centrado en Dios.
La sinceridad es la expresión
De mi vida unificada
Por el impulso hacia Dios,
Gracias al cual yo puedo
Identificarme conmigo mismo.
Por ello, al contrario de estas sinceridades
Comunes, que discurren y parlotean,
Que raciocinan y sutilizan
La verdadera sinceridad,
Menos cuidadosa en conocerse
Que en perfeccionarse
Por la generosidad del amor,
Que se cumple y se experimenta
En el silencio emocionado,
Cuando el alma siente
Que se identifica consigo mismo,
Porque se hace UNO con DIOS.
Fácilmente nos persuadimos
De que es Dios quien nos anima
En la elección de nuestros valores
Y que al promoverlos
Encontramos a Dios.
Pero la verdad es que el prestigio divino
No hace más que cubrir la decisión
De resistir a la llamada
Que todo valor particular
Nos lanza HACIA valores más altos,
Sin los cuales
Los valores particulares son como nada;
Y HACIA el valor infinito
Que es la regla absoluta
De nuestras decisiones.
Tengo como testigo de mi sinceridad a Dios
Y fuera de EL no hay testigo posible de ella,
Pues yo no me soy testigo posible de ella,
Sino sólo en la medida en que juego
Según un valor que me trasciende.
Noches Complutenses de la década de los sesenta
Evaristo B. Lozano
   
Puede seguir: lo  escribo a continuación(Sobre la misma idea)
Nuestras reflexiones sobre el problema de la sinceridad
Consigo mismo, nos conducen al punto
En el cual esta sinceridad,
Considerada un modo de existir,
Se presenta también como función,
Como una idea de valor
Que intentamos perseguir y realizar.
La sinceridad que perseguimos
Es la que concierne al sentido
Mismo de nuestra vida.
Hay sin duda sinceridades
Que podrán llamarse materiales,
Y que versan sobre tal o cual punto
Particular, y testifican el acuerdo del lenguaje
Y del pensamiento o del sentimiento.
Pero debiéramos referirlas mejor
A la veracidad o a la franqueza,
Que es la  intención y el acto de hablar
Según la verdad, interior o exterior,
Tal como se la conoce.
Pero aquí examinamos algo más
Profundo y más esencial;
A saber, la coincidencia consigo mismo
Según el valor. No se trata del pormenor,
Sino del todo:
Del valor que me unifica
Y del cual se halla suspendida,
Hasta cierto punto, mi existencia;
Que es el valor o el sentido de nuestra vida
Y que se puede tratar de recuperar,
Más por sentimiento que por discurso,
Sobre la multiplicidad de nuestros comportamientos,
Con frecuencia, bien poco coherentes.
Es ahora cuando la sinceridad consigo mismo
Toma una importancia capital
Y realiza, cuando se conquista
Por encima de tantos obstáculos
Como la amenazan,
Esta transparencia interior,
Donde aprehendemos,
En lo que es posible
NUESTRA AUTÉNTICA VERDAD.
Esta sinceridad consigo mismo
Es condición de la sinceridad con los demás,
Pues,¿cómo podría yo desear o intentar
Que otro crea en mi sinceridad,
Es decir, en mi identidad interior o exterior,
Si antes no estoy yo seguro de mí mismo?
Cada vez que inducimos a los demás
A error sobre nosotros,
Y que nos toman por lo que no somos
Es (salvo en los casos de hipocresía)porque hemos comenzado
Por  disfrazarnos a nosotros mismos,
Y porque estamos habituados
A una conciencia de mala fe.
Ahora debemos buscar cuáles son las condiciones
Y los medios de esta sinceridad que no es,
En definitiva, otra cosa que el nombre
De la transparencia de nuestra unidad interior........