martes, 10 de febrero de 2015

EL MICROCOSMOS: BIEN TRABAJADO Y SUBLIMADO




Qué añoranzas tiernas de seis cuerdas que mano ágil rasguea y producen resonancia en la caja con formas redondeadas. Las redondeces se imagina a cuerpo de mujer, por eso son bellas imágenes de ambos cuerpos y embelesan; máxime si todo va bien acompasado: es auténtico todo aquello que nos hace sentir, vivir,  disfrutar, hasta incluso, sanar
No es el llanto de guitarra, es más vivo el sentimiento; es más bien un viaje de fantasía por la geografía nacarina de la belleza femenina; es guitarra que es fémina, que se humanizan al compás reiterativo de lo que en una y otra se desliza y fluye. La guitarra es un corazón al que los dedos del hombre dejan vibrante y llena de sonoridades. El plectro insinúa más y más profundidad en el concepto del sentido y del afecto. Todo es vibración y consuelo. Así se retuerce el cuerpo femenino al que alguien sepa acariciar, palpar, tantear, tañer, tentar, interpretar, ejecutar dando a la que es querida plenitud de agrado, gusto, delicia, deleitación, bienestar, gozo, goce, gozada, satisfacción, alegría, regocijo, fiesta plena…
Muy bien por vosotras las mujeres y ¿qué pasa con los varones? Es que no somos ejecutores del quejido, del rasgueo...y nuestro soma ¿en dónde queda? Un recuerdo para estos valores varoniles que pueden ser unas veces violines, violas y violonchelos; contrabajos, oboes y trombones; trompetas y fagot; arpas, timbales, pianos, y, también,  orquesta. Somos más completos, pues no nos contentamos con menos. Si rasgueaban seis cuerdas, ¿cuánto no habrá que afinar para tanto instrumento? Si cinco dedos tocan guitarra, necesita el hombre, el microcosmos de nuestros clásicos, los diez dígitos de mujer para despertar y satisfacer todo lo amplio y ancho que su cuerpo abarca: ¡Todo un piano de intensas notas que recorren el mapa de su piel morena, ahora que estamos en pleno verano. Sus geos son extensas con verdes prados y cantarinas fuentes. Cristalinas aguas bordean su ser. Corran y salten las gacelas por los valles y colinas que el amado sigue esperando las prístinas gotas de rocío y los almíbares de su aliento. Pasen sensi-tactos de la cabeza a los pies, despierten los millares de neuronas que reviven a la suave llamada del violín frotado con su arco; el piano con sus varias percutidas cuerdas por la diversidad de sus martillos...con todo el instrumental repercutiendo en sensaciones, gustos,  afectos, alegrías, suspiros en esta escala de ENCUENTROS...Aquí habrá clímax y más. Mucho más.
Mira que sería impresionante que los humanos nos tratáramos como guitarra, por todo el cuerpo; arpa, por toda la espalda; como piano, por todos esos valles y colinas, por esos recovecos, esos altos y bajos, por esas comisuras que estremecen y rielan descompensados. Todo es dulce placer de sentirse AMADO. BUSCADO Y ENCONTRADO. ¡QUÉ MAYOR FELICIDAD! Empieza la fiesta de la alegría del cuerpo y del alma. Besos calidísimos.
Marbella, 5 de septiembre de 2010.
Evaristo B. Lozano
A 15 de septiembre de 2.010



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