sábado, 13 de diciembre de 2014

1. LA PERSONA HUMANA




Es una esencia actualizada, concreta, individual y singular; de naturaleza precisamente intelectual y racional; espiritual sin menoscabo de su naturaleza orgánica, en virtud de todo lo cual es lo que es: vive, entiende, discurre, ama, se inserta en la historia como protagonista, es señora de sus actos con señorío sobre ellos y sobre sí misma y tiene conciencia de todo ello, gozando de libertad esencial y existencial en la realización y apreciación de las demás cosas y de sí misma; mezcla de luz y de sombras: la luz que derrama su inteligencia y las sombras que proyecta su cuerpo; naturaleza aleteada de ángel en el alma y agusanada de cáncer en el cuerpo; vuelo y peso; confianza y derrumbamiento; social por naturaleza y egoísta por instinto; lo más perfecto que encontramos en la naturaleza; religiosa por esencia y desconfiada por tentaciones; polvo y luz. Cosa sagrada para Dios. Negamos que estas consideraciones sean mera expresión literaria, sino que traducen lo que la persona humana es o manifiesta, transcendiendo.
Madrid, invierno del 60 NOCHES COMPLUTENSES DE LA DÉCADA DE LOS SESENTA
E.B.Lozano




lunes, 3 de noviembre de 2014

C.- UN INCISO A LO DE SOCIEDAD Y DEMOCRACIA




            Varios medios de comunicación post elecciones europeas han escrito y han insistido que esta sociedad de la que he hecho un pequeño aporte al común de los mortales, no son los que me enseñaron en el Preuniversitario de los años sesenta, pues todo aquello que me enseñaron se han destripado, como animalia de los presentes siglos. Hoy a las puertas del siglo XXI, insisto, hay tanto malestar en la sociedad, de la  cual recopilo una serie de pensamientos, silogismos de sentido común que hoy me los han echado por tierra aquellos principios de tradición humanista europea.
             El malestar que postra, inclina a las sociedades democráticas con sus escepticismos, desalientos, rabias, iras e indignación; reconozco, según lo leído, que seguimos en la quimera utópica de Aristóteles, a la que también hago referencia en el apartado B., ut supra.
            Estamos en un mundo quimérico, es decir, irrealizable, impracticable. Pues todas las sociedades humanas con diversas formas de gobierno, siempre están y han estado gobernadas por unas minorías. Son estas minorías las que deciden de una forma directa o indirectamente, y lo realizan sin tapujos el destino de los pueblos. ¿Quién ha explicado que es la democracia? ¿Quién ha explicado el origen y desarrollo de esta Europa nuestra durante las campañas a las europeas? ¿Para qué el euro y qué fin y objetivo pretenden darnos a los 500 millones de habitantes?
            No puede ser unos pocos tergiversen la idea aristotélica del poder del pueblo. ¡Por todos los medios intentan esconder, escamotear, manipularla!  Hoy que se está presentando l sociedad regida por absoluta igualdad política, es de pego, pues estos políticos no son más que representantes de los auténticos poderes fácticos que es el poder del dinero, de una nefasta economía que siempre irá en contra del poder elegido por el pueblo, que debieran defender los intereses del pueblo que los ha puesto al frente para que les defendiera sus pequeñas economías; y lo que hacen  esas economías abrasadoras, que en estos años están siendo desabridas, bruscas, hurañas, depauperantes, desequilibradotas que incendian todo lo que tocan.. Nuestros políticos son oligarcas en manos de los plutócratas más exacerbados que recorre toda la faz de la tierra.
            Nuestros pueblos se empobrecen.
            Los políticos dicen , como un alcalde de estos entornos marbellíes, “ que no me hubieran votado”, expetó a una ciudadana que le recordó, pues estaba junto a él y yo al lado, en su ostentoso despacho paralelo de su Club Financiero.
            Isa le dijo que ella le había votado pocos días antes.
            Gil le respondió nuevamente: “Pues que no lo hubiera hecho, si no estaba conforme con lo que se trataba”.
            Un asunto  sobre colocar en el paseo marítimo unas parábolas antisónicas.
            La pobre Isa se quedó perpleja, no supo reaccionar e irse de la reunión que había convocado a los vecinos del Paseo.
            La conclusión que sacamos los del entorna de Isa que no tuvo vergüenza de dejar ese momento tan desagradable, y, no obstante siguió babeándole y aplaudiendo las bravuconadas que salían de su boca.
            Se acepta todo sin más. Ya en nuestros días, cada día estamos sufriendo porque se granda y se agranda incuestionablemente y nadie pone remedio.
            Tal es la virulencia desencadenada en la sociedad a causa de los señores de los dineros nuestros que la miseria se va fraguando a desniveles que nos hay economista que se dé cuenta de tal situación:  ¡ Nadie pone remedio!
            Pero es hoy, dejemos los tiempos pasados, en día donde nuestra virulencia se muestra sobre aquellos que hemos dado nuestro voto para representarnos que obedezcan las  consignas de las fuerzas económicas desabridas y las apoyen, en vez de defender a nuestro pueblo que por él y nada más que por él pueden estar sentados en sus poltronas.
            Las oligarquías de políticos defiende el poder de los  plutócratas que deciden el destino de nuestros pueblos siempre de forma monstruosa y cínica.
            ¿Son los políticos esclavos de estos u otros plutócratas; trabajan para ellos; legislan para ellos o conforme sus instrucciones; recaudan de alguna forma para ellos…?
¿Dan los pasos que ellos comandan?
¿Todos trabajan al servicio de los poderes económicos y así han ido de pufo en pufo continuado?
En estos tiempos todo esto se tapa, se olvida, se legisla con parsimonia para que todo prescriba. Y de devolver lo defraudado, timado, atracado, robado, sisado, atracado de la caja común, del bien común.  Hoy todo se tapa, y se atasca en los juzgados, y lo hacen y consienten los unos y los otros. Demasiada encubierta sobre la faz de la tierra. Planea sobre la sociedad exceso de ocultismo, pues no se habla con claridad y se dicen las verdades que todo pueblo espera de sus elegidos. ¿No será que el pueblo lleva tiempo y tiempo estigmatizado por las oligarquías partidistas a las que estamos acostumbrados? El pueblo traba, trabaja y sufre toda clase de impuestos… ¿Y para quién lo hace? ¿Lo sabe?
Han conseguido crear una sociedad que ya no se conoce el bienestar, pues se ha instalado una sociedad animalizada, acobardada y pasivamente dependiente de un hipnotismo ideológico y de una depravada servidumbre en todos los aspectos de la vida.
Nadie quiere clarificar la verdad de nuestro vivir en “ sociedad democrática”, pues aquí el que no vive del engaño, de las prevendas, de las subvenciones, de los compadreos, de los amiguismos, de las coincidencias casuales de esto o de aquello…, el otro tiene que aguantar como el resto del pueblo sufriendo el esquilmoteo de unos y otros, que se puede señalar: políticos, oligarcas y plutócratas.
La  reservas se están quedando exhaustas, exánimes extenuadas.
¿Quién entrega el poder del pueblo al capital?
¿Quién hace esas leyes tan nefastas que sólo perjudican al pueblo?
No será que esta democracia se ha rendido su poder político a las fuerzas leoninas, descalabrantes y fingiendo que son su representantes, cuando, en realidad, los prístinos dueños del poder son los pueblos. Dejemos de prometer tantas delicias y palabras huecas y que haya alguien que nos diagnostique la cruda realidad para salir de este atolladero.      
            Dejemos los momentos del verano y otoño de sus correspondientes descalabros de corrupción e insumisión a las a las normas que  nos habíamos dado y acatado en nuestra CONSTITUCIÓN . ( Apartado C  suplemento)




martes, 21 de octubre de 2014

B. Nuestros clásicos primigenios





             ARISTÓTELES sabía que la mera dependencia física no basta para fundamentar un todo social.. Como él  mismo dice expresamente, es propia del todo social cierta  comunidad de bienes. Los hombres al darse cuenta y por el sentido común de que cada uno siente por sí la misma dependencia del prójimo, y que todos y cada uno se  afanan por el mismo objeto final, comprenden y comprendemos la necesidad de la recíproca prestación de auxilio, ayuda, asistencia, protección, amparo y apoyo, acogida, compañía… Tal vez sea esto en lo cual radique ese conato social. Esta recíproca prestación, asistencia, auxilio de ayuda tienen un primer principio en el  círculo familiar, para satisfacer las necesidades fundamentales de la vida Y  cuanto más se eleven las exigencias, es decir, cuanto más se afana el hombre  el hombre por configurar  perfectamente su vida, tanto más he de necesitar estar vinculado perfectamente: en primer lugar, a nivel local, en la comunidad local y finalmente en el Estado. Por eso la inclinación social es una predisposición natural hacia la formación de Estado, en los diversos pueblos. Aristóteles no ve más que la consecuencia de la razón humana de superar, mediante la cooperación en comunidad, la limitación física que padece el individuo aislado.
            En esta interpretación que expone Aristóteles de la inclinación social del hombre, lo decisivo no es el instinto, sino el conocimiento de la misma orientación final y de la misma necesidad de ayuda respecto a este fin A causa de este conocimiento, los hombres fundan la comunidad. Por eso es el hombre el primero que creó el estado, el iniciador de los bienes comunes pequeños y máximos.
            Pero, no obstante, ya tuvo la visión de que todo esto era una entelequia ontológica, esto es, en la finalidad óntica, es decir, que sería una utopía. Se  hace evidente la relación con la moral en el supuesto de que la consecución del fin último de la persona humana no se afirma meramente en el sentido de una finalidad esencial, esto es, no sólo en el sentido de la entelequia óptica, sino que a la vez está encomendado también por una autoridad moral. Es precisamente entonces, y no antes, cuando la naturaleza social empieza a entrar en el ámbito de la finalidad ética.
            Ni que decir que a causa de todo ello, el contenido ético de la naturaleza no es propiamente visible. No obstante, Tomás de Aquino, con su teoría de la fundamentación de todas las leyes, y sobre todo el derecho natural en la ley de Dios; (Lex aeterna), ha dado mayor profundidad, en este aspecto, a la ética aristotélica. Siguiendo en este punto la doctrina agustiniana de la lex aeterna.
            Lo que impulsa a la creación de la comunidad no es sólo la tendencia, en cierto modo egoista, de utilizar al prójimo en provecho propio con el intento de alcanzar el fin último de la propia vida para superar así la limitación  y diferencia de la persona aislada, sino que es también el impulso que acerca al hombre a su prójimo.
            Aristóteles considera la lengua como el indicio más evidente de este carácter comunicativo, que se revela no menos claramente en la necesidad que de la amistad siente el hombre. Consagró toda su atención al estudio de la amistad en sus libroa de Éteca. Ese gran impulso hacia la amistad, lo que se pone de manifiesto no es el sentimiento de someter al prójimo al propio servicio, sino más bien la necesidad de realizar, en comunidad con él, un  mismo ideal de vida de amor en común. Por esta razón es justamente la amistad desinteresada la más valiosa. Y Aristóteles ve en este impulso hacia la amistad  algo típicamente  natural. La amistad es deseable como máximo bien, incluso para aquel que posee en cumplida abundancia toda clase de bines y que, en cierto sentido, se basta a sí mismo.
            naturaleza procede de una manera racional, por tanto, reflexivamente, en la prosecución de los bienes. Todo ello nos lleva a afirmar que la razón es el don más excelso que la naturaleza ha concedido al hombre.
            El hombre es consciente de que no sólo necesita la instrucción recibida de su prójimo, sino que precisa también aliento y estímulo para el bien. La comunidad de las ideas e ideales  supremos, a saber, los del bien y de la justo, son causa de la formación de la familia y del estado. Precisamente este pensamiento demuestra que Aristóteles no ve la inclinación social del hombre únicamente como instinto común de la especie, sino que la arraiga profundamente en el conocimiento personal, a partir del cual los mismos ideales e ideas fomentan la comunidad.

            Ciertamente todo aquello que es adecuado naturalmente a un ser, es lo que resulta necesario, pues como dice nuestro Ancestro” la naturaleza no falla en las cosas necesarias, y jamás hace nada en vano.”
            Nosotros como hombre solitarios no podríamos sobrevivir. No alcanzaríamos las perfecciones logradas. Es mejor vivir la auténtica sociedad. Cuanto más social, más perfecto el hombre como persona. Creo yo que llegados a estas alturas del siglo XXI nadie puede esgrimir que se basta `por sí mismo, sino más que nunca nos basamos en los demás, los otros, y en la protección divina en la vida de los humanos.
            Esto ya estaba enraizado en nuestros antepasados Platón y Aristóteles que hablaban y enseñaban del participación divina directa n la vida de los humanos y no digamos de nuestros agustines y tomases.
            Todos necesitamos de los amigos, aún alcanzando la bienaventuranza, dice Tomás.
            Defiendo la vida en común-social aún después que el humano haya logrado su perfección; porque  creo que la vida en común-social es un estilo de vida indiscutible; ya que el hombre es por naturaleza un animal político, es decir, social y que nunca ha dejado de ser apto para la vida social. Es difícil bastarse de las cosas necesarias para la vida. Luego, somos un tanto indiferentes sin los otros. No obstante, nuestra

Y así, cada uno debiera impulsar al otro hacia el bien, comunicándole su conocimiento y vocación en la tarea de alcanzar el máximo bien, a saber. Dios, el Creador; y como instrumento típico de semejante intercambio espiritual sirve el idioma que hablamos, que , a su vez, constituye un argumento propio para explicar la naturaleza social del hombre. En ello estamos si nos implicamos.
            Toda esta doctrina aquiniana incluye al hombre, hasta en lo más remoto de la vida espiritual, en la sociedad, por lo menos  desde el punto de vista de que la sociedad es el único camino que lleva al individuo humano a las cumbres últimas: Todas las virtudes están implicadas.
            Al elemento racional corresponde ahora otro que pertenece a la esfera emocional  d e la naturaleza humana. Este impulsa al hombre , incluso espontáneamente, a más reflexión, a practicar la vida social con otros. La esfera emocional pone  su propia orientación, hacia la vida común, es decir, la sociedad.  Todo fallo por el carácter apacible del hombre, puesto que un carácter pendenciero no desciende de la naturaleza, sino que se deriva de una predisposición hereditaria alterada. En el mismo dominio emocional finalmente, la esencia filantrópica del hombre, esto es, el hecho de que un hombre considere al  otro como amigo, y también le ayude  por impulso en cierto modo instintivo, aún conociendo su calidad de extraño, y así mismo procure apartarlo del camino equivocado y le dispense su auxilio en caso de infortunio. El que pierde este afecto humano primario desciende a niveles de la animalia; por consiguiente pierde todo comportamiento emocionalmente humano.
            El instinto social no es más que un signote la auténtica predisposición social, la racional esto es, de la exigencia racional de asistencia recíproca. Lo que rige no es más que predisposición natural del hombre hacia el bien. Es una inclinación al bien en cuanto corresponde a la naturaleza de la razón propia del hombre.
            En este aspecto no parecerá extraño que Aquino asocie la inclinación al conocimiento de Dios con la predisposición a vivir en sociedad. Precisamente él eleva la entelequia aristotélica según la cual el hombre necesita por naturaleza la sociedad para conseguir en fin a un plano típicamente ético. Corresponde a las ideas de Santo Tomás de Aquino interpretar la razón humana como una participación de la providencia  divina, y con ello de la razón imperativa de Dios y mientras que las restantes entidades del cosmos, son guiadas por Dios, al hombre se le ha otorgado con la razón la capacidad de regirse a sí mismo como individuo y como persona.
            En sentido ético, existe una ley natural, en contraposición a la ley natural  con el mundo físico y externo, y del conocimiento racional del hombre de que no podrá llegar a ser perfecto sin la sociedad; se transformará en la afirmación de la existencia de una ley eterna, que obliga a todos los hombres. Y esta ley no sólo posee un carácter moral personal, sino a la vez social, esto es, un principio de organización para la multitud a ella sometida. Todos debiéramos inferir, colegir  de esta conclusión partiendo de la idea de que toda ley debería constituirse en BIEN COMÚN.
            Por tanto, debemos buscar la concordia con los con los otros. Esto nos llevará a la reflexión de que el hombre conlleva unos preceptos constitutivos con lo cual la ley divina es promulgada para confirmación en la ley natural, todo lo cual nos lleva a pensar que otras obligaciones adicionales nos están exigiendo, como el deber de la felicidad, de la benevolencia, de la alegría… pues nadie puede pasar un solo día  con un triste-pesimista. ¡Ha de haber alegría saturada!
      


domingo, 7 de septiembre de 2014

Análisis secuencial de "varias lecciones" sobre: sociedad y persona humana

Persona y sociedad, pues no se puede concebir que una persona no forme parte de una sociedad; por lógica, no cabe pensar en una sociedad humana que no esté constituida por personas. Podemos decir que la sociedad está en las raíces mismas del ser y del obrar del hombre. La sociedad viene a ser como una de las manifestaciones reales que tienen al hombre como causa adecuada y como origen y fundamento natural. El hombre, por ser lo que es, constituye y crea, y funda  el hecho social y realiza la sociedad; pero aquí llega que la sociedad en su realidad concreta es capaz también de obrar sobre el hombre, intentando modificar las estructuras fundamentales de la persona humana.

            Nunca podrá la sociedad modificar o cambiar esencialmente a la persona humana, pero sí puede alterar el comportamiento de la persona y modificar algunas de sus  estructuras. La sociedad ideal y la sociedad real son creación del hombre, manifestación de las actividades naturales del hombre; pero la sociedad real, la que está viviendo modifica otras posibles actividades del hombre hasta el punto de que se puede hablar con verdad de una integración mutua entre persona y sociedad, sin que  por ello pierda el hombre su condición de realidad siempre superior y anterior a la sociedad constituida por él, por muy poderosas, influyentes o seductoras que sean las condiciones de la sociedad.

            El hombre posee valores personales irrenunciables.
            El hombre por el mero hecho de nacer necesita de los otros: siempre encontramos una relación con los otros; pero que conste, el hombre tiene una intransferible individualidad personal.
            El hombre nace persona; este carácter no viene dado por otras personas. Los padres son los condicionantes para que la persona exista.
            Su rango de persona que el hombre concebido y nacido ostenta es una peculariedad de la razón, de la inteligencia, de la luz interior que el hombre atesora como propia y que no es transmitida o engendrada por los padres ni por la sociedad.
            De aquí, los derechos y deberes esenciales y fundamentales del hombre, como son su libertad interior, su deseo de felicidad, su aspiración a la verdad, su tendencia hacia el bien no pueden ser entorpecidas por nada ni por nadie; pues están implícitas en la íntima constitución espiritual del hombre y no debe ser entretenido por nada ni por nadie para seguirlos y alcanzarlos
            La sociabilidad no se ofrece por sí misma al hombre, y el hombre necesita ser atendido. No obstante, la sociedad es temporalmente previa a la constitución normal de la persona en cuanto que el individuo no alcanza la normalidad  personal humana, ni cronológicamente siquiera, si la sociedad no sale a su encuentro y le incorpora.
            El hombre nace menesteroso.
            Es  un indigente de algo que se permite seguir siendo lo que es y desarrollándose. Tiene el alma en su sitio.. El alma espiritual que, en virtud de su propia entidad, organiza el cuerpo convirtiéndole en cuerpo del hombre, en cuerpo humano y tiende por difusión de su propia naturaleza a comunicarse, a darse, a entablar relación de comunicación.
            El espíritu del hombre necesita con quién hablar, porque le nacen ideas dentro y siente amorosa necesidad de comunicarse; el cuerpo del hombre necesita  quién le ofrezca el alimento, porque es débil para procurárselo.
            Entre la indigencia menesterosa del cuerpo y la abundancia comunicativa del espíritu, el hombre nace abierto a la sociabilidad como expresión real y esencial de su carácter personal.
            El hombre es el ser que a la vez que alarga la mano para pedir extiende el alma para dar.
            La reunión de personas  humanas para conseguir su unión moral en BIEN COMÚN, que esto es, en definitiva, la SOCIEDAD.
            La sociedad aparece así como una relación de personas, viviendo de la unión entre ellas, que permiten sin demasiada impropiedad, que la SOCIEDAD sea denominada PERSONA MORAL.
            La sociedad no es una entidad que relacione a unas personas con otras para conseguir un fin o alcanzar un bien, sino que son personas que estrechan entre sí una relación con ese propósito. La sociedad surge como la expresión de esta relación, y es, a su vez, una entidad que se revela y subsiste en esa relación y por ella.
            Entendida la sociedad como comunidad de personas, como personas en comunidad, la Sociedad está fundamentada en la persona humana como ser.
            El hombre está hecho para la SOCIEDAD HUMANA, sin que la preposición “para” subordine, sino que  relaciona y fundamenta la posición.
            La Sociedad Humana le debe al hombre el ser humana. Pues es tal, porque  es de hombres, y la vocación social viene de cada uno de sí mismo. El carácter de socio no se le atribuye al hombre por estar en sociedad, sino por ser, en cuanto persona social. El hombre es socio por ser homo. El hombre considerado como individuo sin vocación es un ser abstracto, irreal, desexistencializado, desencializado. <el hombre no es un ser estático, sino más bien dinámico, de empuje vital, de aliento espiritual. En esta dinamicidad  del hombre es donde está el hombre; y las condiciones de su capacidad son las exigencias de su peculiar naturaleza. El hombre a donde se dirige, como tal, forma entraña con él en él.
            La sociedad es una de las realidades, como también lo son de otro orden de cosas : la verdad y la bondad, aún más, aquellas realidades sean en sí mismas trascendentes a su conocimiento, concretamente, al Creador, Dios y  Señor, sin que confundamos con ello los “trascendentales” del ser con las propiedades o aspiraciones del hombre.
            La persona humana no puede ser trascendida por la sociedad, ya que la sociedad   no alcanza  en forma alguna rango superior al que ostentan las personas que la forman.
            El mismo BIEN COMÚN, mientras no sea opuesto al bien personal, no es más que el bien personal en cuanto distinto del bien individual. La peculiaridad de la persona es la que permite hablar de una sociedad personal en la que la conciencia personal sea la salvaguarda de la SOCIEDAD misma.
            La moralidad en  la que  toda norma y ley social tiene su inspiración y su juez, es atributo personal y no hallazgo social. La persona. En cuanto ser de valores, es ser social, siendo la Sociedad campo de los valores y la defensa de los mismos frente a la posible desintegración individual.
            El hombre no es un fin en sí mismo, sino un fin de sí mismo en la perfección de sí mismo. Todo lo que pueda alcanzar la inteligencia del hombre pertenece, como realidad o como aspiración, como ideal o como norma, al hombre. Sin esa realidad o sin esa aspiración, el hombre pierde la característica por la que se distingue en los demás entes…En su constitución esencial es pertinente esa aspiración , ese dinamismo, esa actividad. La persona es, por persona, lo más perfecto en la naturaleza.
            La Sociedad debiera ser una realidad entrañable al hombre y de la que el hombre necesita, o mejor aún, que el hombre impone, para ser lo que es, para desarrollar todas sus posibilidades, para adquirir algo que  no es. Es, la Sociedad, una proyección de la persona; una obra arquitectónica, pero no un proyecto extrapersonal.. El anteproyecto es el hombre; en el hombre, lo social es una autoproyección.
            Vayamos concluyendo. El hombre es social por ser hombre, imagen y semejanza en sí mismo no de sí mismo, sino de otro Ser.
            La Sociedad debe ser gala de las personas que la componen y no precisamente con tanto ejemplo de nuestros días, muestra continuada de la imperfección radical. Tantos desvirtuamientos de la esencia PERSONA-SOCIEDAD. En ella  debiera haber muchos más frutos en los fondos del BIEN COMÚN. No está sucediendo tales cosas, sino las contrarias. Sucede. Aforamientos, especulaciones, malversaciones, apropiaciones de la cosa pública, procesos interminables y nuca recuperan lo que es de todos, banqueros espabilados, políticos, en estos tiempos, aprovechados de la pela del bien común, instituciones malparadas.  Nada se respeta con tanto despropósito. Se pondrá respeto a la que es común de todos los españoles y de las persona en general: aquí y allí, acullá, lejos, cercano..???
            Una Sociedad en la que  los hombres se pierdan con tantos abusos al BIEN COMÚN, es una sociedad de hombres perdidos y una sociedad perdida para los hombres, es una Sociedad perdida para sí misma, durante  muchas generaciones como la que contemplamos en estos años  primeros del  siglo XXI.
            Cuando se entabla discusión sobre la primacía de las relaciones personales fundamentales es claro que la familia, como sociedad, es previa a cualquier forma de communio. La familia aparece no sólo como  dinamismo del ser humano en sus relaciones  connaturales, son  como exigencia existencial del ser humano. Es una relación necesaria hasta tal punto, que a ella está vinculada la dignidad personal de los hombres. El hombre al desplegarse socialmente en la familia, reconoce su condicionamiento existencial.
            La libertad, la conciencia de la libertad, pueda ser que  se revele entre los hombres, pero no es la  sociedad la que otorga al hombre ni la libertad que le es propia, ni la conciencia de su poder. La sociedad no tiene más fuerza que la que las personas poseen en cuanto seres espirituales libres, responsables, morales. Todo se centra en el hombre.
            Cualquier argumento que  arrastre a la sociedad disolviendo su realidad moral, acabará por privar también a la persona de su peculiaridad social.
            No debe olvidar nunca: la sociedad es una manifestación connatural de la persona.
            La naturaleza del hombre le permite con excesiva frecuencia de las diversas geografías el olvido de la perfección que les es propia. Se permite el engaño sobre los medios conducentes a esa perfección: Olvido y engaño que se cifran  instintivamente en la desconsideración de su carácter personal en aras de su individualidad. El hombre articula en la sociedad cuando es el hombre el que da sentido a la sociedad, cuando es el bien de la persona humana el perseguido por el hombre, en cuanto social, es decir, que los bienes deben beneficiar a todos los hombres. SERÍA, ES ABSURDO QUE LOS BIENES COMUNES NO SEAN  BIENES PERSONALES. La Sociedad debe COORDINAR Y HACER FRUCTIFICAR ESOS BIENES COMUNES. Cuando la Sociedad usa del tesoro de bienes como de una propiedad con los que cumple fines no personales, está traicionando su propia esencia, DESINTREGRÁNDOSE COMO SOCIEDAD AUTÉNTICAMENTE HUMANA.

            LOS BIENES PERSONALES SON SIEMPRE BIENES SOCIALES.
            La comunicabilidad de los bienes es una propiedad de los bienes. El carácter difusivo de los mismos es el que les define como bienes. Cuando un bien no perfecciona y fructifica, no es ese bien, sino una falsificación. Si la sociedad ignora y se desatiende de la peculiaridad personal de esos bienes, surge el conflicto individualista. Cualquier colisión es siempre INJUSTICIA. Y esta injusticia LA HAN COMETIDO LOS INDIVIDUOS con más frecuencia que la sociedad y esos mismos individuos han exagerado las posibles soluciones. Veamos tantos casos de  suprema corrupción en todo este tiempo que transcurre mientras se escriben estas breves líneas, verano del 2.014.
            Por ahora vamos descansar un poquito de esta sociedad que no se lo cree lo que está pasando, ha pasado y seguirá pasando, sucediendo, produciéndose, aconteciendo, acaeciendo…Vean toda la prensa de la nación  señalando todos los focos y tropelías, atropellos, abusos desafueros, y por qué no, exceso y tiranía.